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PARA DIFUSIÓN INMEDIATA
PR- 269-11
25 de julio de 2011

DECLARACIÓN DEL ALCALDE MICHAEL R. BLOOMBERG SOBRE EL LÍMITE DE LA DEUDA NACIONAL

A continuación se ofrece el texto preparado para el alcalde Bloomberg en palabras pronunciadas antes de su presentación del plan financiero de la Ciudad ante la Junta de Control Financiero del Estado de Nueva York. Por favor confirme con el discurso final.

“Buenas tardes.  En unos pocos minutos me uniré a una reunión de la Junta de Control Financiero del Estado para hablar sobre el recién adoptado presupuesto municipal y el plan financiero a cuatro años.  Explicaré cómo hemos enfrentado retos significativos para equilibrar el presupuesto de este año, y cómo planificamos abordar nuestros problemas en el futuro.  Hacer eso requiere tomar decisiones difíciles y poner al interés público por delante de avances partidaristas o pureza ideológica.  De eso es de lo que se trata el gobernar.

“Siempre existen ideas e intereses que compiten: Entre el alcalde y el Concejo Municipal; entre la Ciudad y el Estado; entre las cámaras de la Legislatura estatal; entre republicanos y demócratas; a veces, entre el gobernador y yo.  Pero hemos mostrado en repetidas ocasiones que podemos hallar maneras de unirnos en los diversos partidos políticos.  Ayer vimos un buen ejemplo de lo que puede lograr tal cooperación en todos los niveles del gobierno con el intercambio de promesas matrimoniales en oficinas del Registro Municipal por toda nuestra ciudad, y en las escalinatas de Gracie Mansion.

“Eso es lo que estamos haciendo en Nueva York.  Desgraciadamente, no estamos viendo el mismo tipo de conducta responsable en Washington.  Por supuesto, a lo que me estoy refiriendo es a la prologada política riesgosa en cuando al aumento del techo de la deuda y la reducción del déficit de la nación.  El hecho de que los Estados Unidos de América hayan llegado así de cerca a no pagar sus deudas ― un fracaso que tendría consecuencias económicas potencialmente desastrosas para todos nosotros, incluyendo los neoyorquinos ― debería ser toda la evidencia que necesita cualquiera de que hay algo profundamente mal en Washington.

“El simple hecho de que estemos hablando sobre la posibilidad de una mora está dejando dudas en las mentes de gente del mundo entero que permanecerán por mucho tiempo.  Así que, en respuesta, permítanme expresar estos dos puntos: EL primero es que tenemos que pagar nuestras deudas.  No hacerlo causaría un daño grave a la reputación y el crédito de nuestra nación.  Es por ello que necesitamos elevar el límite de la deuda.  De hecho, la incapacidad de nuestros líderes nacionales para alcanzar un acuerdo hasta este punto está dañando nuestra economía.  Los empleadores de nuestro país no están creando nuevos puestos de trabajo porque desconfían que ambos partidos políticos y ambos extremos de la avenida Pennsylvania entiendan lo que hay que hacer, y en su lugar están poniendo la seudo-economía y la ideología.  Y cada día que prosigue este estancamiento se siembran más las semillas de la duda ― no solo entre las compañías norteamericanas, sino entre los inversionistas de todo el mundo.

“Estamos cometiendo un error si creemos que el dominio norteamericano sobre el panorama económico mundial es inevitable.  Como lo he dicho muchas veces antes sobre nuestra labor en Nueva York, el éxito no es una conclusión inevitable.  Necesitamos trabajar para lograrlo.  Tomar el éxito por descontado fue un error que el gobierno de la Ciudad de Nueva York cometió en los años ‘70 — y nos tomó décadas recuperarnos.  Nunca dejaremos que esto le ocurra de nuevo a Nueva York — y Washington no puede permitir que le ocurra a nuestro país.

“Si Washington no aumenta el límite a la deuda, el resto del mundo nunca más tendría tal confianza en nuestra nación, y eso pondría en riesgo nuestra posición como nación con la moneda de reserva mundial — un riesgo que definitivamente no podemos correr.

“El segundo punto es que, aunque nuestro déficit presupuestario ya es bastante precario, lo que es aún peor es el déficit en el liderazgo de Washington que ha puesto al país al borde del impago.  Para cerrar ese déficit, nuestros líderes necesitan dejar de mirar al opositor y esperar que estos parpadeen, y empezar a trabajar con el opositor para poner en marcha otra vez a nuestra economía estancada.  Ningún análisis racional dice que podemos empezar a reducir el déficit federal sin una combinación de recortes de gastos e incremento de ingresos.

“Los norteamericanos están indignados con el atasco y la falta de un acuerdo, y tienen todo el derecho de estarlo.  Una crisis prolongada no producirá beneficio político ninguno; nadie ganará.  Los votantes culparán a todos los que ocupan el poder; nadie se beneficiará.  Y por todo el globo, los amigos están mirando este espectáculo con asombro y los enemigos lo observan con regocijo.  Estados Unidos es una gran nación.  Es hora de que nuestros líderes en Washington empiecen a actuar de esa manera”.







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