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PARA DIFUSIÓN INMEDIATA
PR- 029-11
26 de enero de 2011

EL ALCALDE BLOOMBERG HABLA SOBRE INNOVACIONES PARA MEJORAR Y FORTALECER NUESTRO SISTEMA LEGAL

A continuación se presenta el texto preparado para el discurso central del alcalde Michael R. Bloomberg en la Cumbre presidencial del Colegio de Abogados (Bar Association) del Estado de Nueva York

“Buenas tardes.  Primero permítanme darles la bienvenida a todos ustedes en la Ciudad de Nueva York, lugar donde nacieron cuatro jueces de la Corte Suprema de la nación ¡y dos de American Idol!  Esperamos que estén disfrutando nuestra Ciudad, y gastando mucho dinero en su estadía aquí.  Ciertamente podríamos usar las rentas de impuestos.  También espero que todos se mantengan cálidos.  Antes en esta semana, noté que estaba tan frío que los abogados tenían sus manos en sus propios bolsillos.  Les prometo que me detendré ahí con los chistes de abogados.  Me he dado cuenta de que el verdadero problema con las bromas sobre abogados es que los abogados no creen que son divertidas, y los que no son abogados no creen que son chistes.

“Quiero agradecer al Colegiio de Abogados del Estado por invitarme.  Estoy seguro de que parte de la discusión de esta semana se ha enfocado en las duras realidades económicas que aún enfrentan nuestro estado y nuestra nación, y cómo la profesión legal pude adaptarse a ellos.  También en el Gobierno estamos teniendo las mismas discusiones.  Los tiempos difíciles requieren pensamientos nuevos e innovadores.  Y eso significa dar un paso atrás, ver todo desde arriba, y formular algunas preguntas básicas.  Estamos haciendo eso en cada área del gobierno — y también encontrando nuevas formas de hacer negocios que son más efectivas y más rentables.

“Por ejemplo, estamos consolidando nuestras operaciones internas, nuestras flotillas de vehículos, nuestras operaciones de recursos humanos, y nuestros sistemas informáticos.  Estamos enfrentando costos de pensiones y atención médica que no podemos costear por más tiempo.  Estamos proponiendo reformas mayores a nuestras leyes de servicio civil, contrataciones y compras, lo cual nos permitiría ahorrar dinero y servir más efectivamente al público.  En estas y muchas otras áreas, estamos observando el status quo y diciendo: ¿Cómo podemos hacerlo mejor?  Y estamos pidiendo a líderes en cada industria que nos ayuden.  Es por ello que estoy aquí hoy — para pedirles que nos ayuden a encontrar nuevas maneras de hacer a las leyes más justas para litigantes y contribuyentes — y hacer que den más apoyo al crecimiento económico que necesitamos, no solo en la Ciudad de Nueva York, sino en todo el Estado.

“El Colegio de Abogados del Estado de Nueva York tiene el orgulloso antecedente de poner el interés más amplio del público por encima de cualquier interés especial reducido, y de servir como una incubadora para ideas legales innovadoras.  En 1925, esta organización fue decisiva para abogar por la Ley federal de Arbitraje, un paso fundamental para dar a Nueva York y a todas las empresas del país una mayor flexibilidad para innovar y crecer.  En los años ‘90s, esta asociación desempeñó un rol crucial en el desarrollo de los tribunales comerciales de Nueva York y ayudó a mantener a nuestro estado y nuestros negocios competitivos en la economía globalizada.  Así que ahora quiero reclutar su ayuda de nuevo — pedirles que piensen en cómo podemos usar nuestras leyes para asegurar nuestra salud, nuestra libertad y nuestra capacidad para asumir los riesgos que necesitaremos para sacar a nuestro país de estos tiempos de dificultades económicas.

“No soy un abogado, pero, como alcalde y dueño de una empresa, he visto tanto la promesa — como los problemas — de nuestro sistema legal.  He visto cómo la ley puede impulsar la innovación y promover la justicia — y también cómo puede socavar el crecimiento, subvertir el poder de justicia y fomentar el cinismo.  Ciertamente, no tengo todas las respuestas correctas, pero sí, creo que tengo muchas de las preguntas correctas.  Y hoy, me gustaría plantearles cuatro de ellas.  Primero, ¿cómo podemos usar nuestro sistema legal para promover una cultura de innovación en vez de una cultura del miedo?  Segundo, cómo podemos hacer que los resultados de los litigios por agravios sean más predecibles y justos?  Tercero, ¿cómo podemos solucionar más disputas sin litigios?  Y cuarto, ¿cómo puede el gobierno usar leyes y regulaciones para impulsar el progreso económico y social?

“De modo que empecemos con la innovación.  Todos hemos visto cómo el temor a los litigios ha obligado a gente a actuar en forma defensiva.  Piensen solo en el cuidado de salud.  Con demasiada frecuencia, el miedo a la litigación hace que los médicos teman elegir las mejores opciones de tratamiento, y por lo tanto recetan excesivamente medicamentos, pruebas y cirugías, los cuales conducen a tratamientos innecesarios.  Por ejemplo, la cantidad de mujeres que tienen cesáreas está aumentando, y los médicos ahora realizan 50 por ciento más de las que son necesarias médicamente.  Este temor a lso litigios aumenta el costo de la atención médica, y pueden conducir a una escasez de médicos en ciertos campos especializados — como vemos en el norte del estado.  En el oeste de Nueva York, una encuesta reciente halló que 91 por ciento de los departamentos de urgencias tuvieron que transferir a pacientes hacia otro hospital en 2009 debido a una falta de cobertura en una especialidad necesitada.  Nueva York fue uno de apenas nueve estados en recibir una calificación deficiente de la Asociación Médica Americana (AMA, en inglés) por nuestro ambiente de negligencia médica.  Así que la pregunta que debemos hacernos es: ¿Cómo podemos eliminar la camisa de fuerza que nuestras leyes están poniendo sobre nuestros médicos y en su lugar utilizar la ley para mejorar nuestras opciones de tratamiento y nuestra salud?

“La fruta que cuelga bajita es la reforma de las leyes de negligencia [médica].  Después de que Texas promulgó su reforma de la negligencia, la escasez de médicos que sufrió por mucho tiempo desapareció.  Y, ¿adivinan de cuál estado llegaron la mayoría de los médicos?  Lo adivinaron — de Nueva York.  Reformar nuestras leyes relacionadas con la negligencia médica ayudaría a reducir costos, mejorar el cuidado de salud y el acceso a médicos.  Pero no es el único paso que podemos dar para lograr esas metas.  Deberíamos pensar en forma más amplia y creativa sobre cómo podemos promover activamente mejores resultados entre médicos y pacientes.  Una opción a considerar es tribunales especiales de salud — ya que hemos visto cuan efectivas pueden ser los tribunales especializados en otros campos.  Los juzgados de drogas que los miembros de este Colegiio ayudaron a crear, dirigidos por John Feinblatt, quien es ahora mi principal asesor político y coordinador de Justicia Penal, han tenido un gran éxito.  Ellos han ayudado a acabar con el ciclo de crimen y adicción llevando a más gente a obtener tratamiento, a la vez que reducen el monto que los contribuyentes tienen que gastar en costos de cárcel, y salvando a víctimas futuras de crímenes evitables.  Podríamos lograr el mismo tipo de beneficios con tribunales de salud, donde jueces entrenados en casos médicos sean capaces de contratar a expertos independientes, rechazar demandas frívolas y promover acuerdos rápidos.

“También deberíamos considerar seguir el camino de muchos otros estados y requerir que todos los reclamos de negligencia médica sean presentados inicialmente a un panel de expertos imparciales.  Esta idea recortaría drásticamente la cantidad de demandas frívolas que no están relacionadas con error médico alguno.  Y, para muchas demandas por negligencia, deberíamos incluso examinar la posibilidad de que un modelo tradicional de demanda legal sea apropiado.  Ciertos tipos de reclamos, incluyendo los que surgen de parálisis cerebral o defectos de nacimiento, son casos muy dolorosos.  Y a menudo conducen a veredictos arbitrarios e injustos.  En su lugar, ¿por qué no probar alternativas tales como un sistema sin culpabilidad, donde los pagos dependan del daño, no de la culpabilidad?  Esto compensaría a las familias de forma homogénea y justa sin los gastos y demoras de los litigios, y eliminaría el poderoso disuasivo para que nuevos médicos se conviertan en ginecólogos u obstetras.

“No pretendo decir que estas sean soluciones perfectas.  Pero son pasos que podríamos dar para usar nuestras leyes a fin de mejorar directamente nuestra salud.  Y me alegró oír al Presidente decir anoche que está viendo diversas maneras de mejorar los resultados de salud y reducir costos de salud, incluso la reforma de la negligencia médica, para frenar las demandas legales frívolas.  Estoy seguro de que este grupo podría producir otras ideas.  Pero creo que todos deberíamos poder concordar en que es hora de encontrar nuevas soluciones que detendrán el éxodo de médicos de nuestro estado, y aliviar parte de los costos que están encareciendo el cuidado de salud.

“La segunda cuestión que quisiera que consideren hoy es: ¿Cómo podemos hacer que los resultados de nuestros litigios por agravios (tort, en inglés) sean más predecibles, más equitativos y más justos?  La litigación fue diseñada para promover la justeza, pero actualmente, la litigación civil es más parecida a la lotería: unas cuantas personas obtienen beneficios monetarios, pero la mayoría pierden.  La Ciudad de Nueva York por sí sola paga casi medio millar de millones de dólares anuales en litigios por agravios, comparado a $20 millones en 1978.  Medio millar de millones de dólares es suficiente para mantener nuestras bibliotecas públicas abiertas por un año entero — ¡o contratar unos 7,500 maestros!  En un momento en que estamos considerando grandes despidos de maestros, tenemos una responsabilidad de controlar estos costos.

“Les daré dos ejemplos rápidos lo mala que está la situación: Tuvimos que pagar millones a los transeúntes que salieron lesionados cuando un conductor endrogado iba conduciendo a alta velocidad en una intersección y viró bruscamente para evitar un camión de sanidad pública.  Se estimó que la Ciudad tuvo menos de un cuarto de la responsabilidad.  De todas maneras, debido a las leyes de agravio, ¡la Ciudad tuvo que pagar la cantidad completa!  Después está el caso donde pagamos millones a un taxista que se estrelló contra un autobús.  El jurado determinó que la responsabilidad principal fue del conductor, pero bajo la ley, la Ciudad tuvo que pagar $2 millones de todas maneras.  ¡Es una afrenta a los contribuyentes!  La Ciudad no debería terminar teniendo la responsabilidad y ser forzada a pagar grandes cantidades de dinero en casos donde no tiene la mayor culpa.

“La dimensión de los fallos, y el hecho de que pueden ser obtenidos aun cuando la culpa es de los demandantes, ha llevado a un gran aumento en los pagos en casos civiles.  Pero esos fallos son emitidos a unas cuantas personas que tienen suerte, mientras que la gran mayoría no reciben absolutamente nada.  En todo el país, el sistema cuesta $200 mil millones por año, pero está siendo impulsado por grandes indemnizaciones otorgadas a una pequeña fracción de aquellos que resultan lesionados.  La arbitrariedad es incluso peor para los gobiernos, ya que los jurados tienden a verlos como barriles llenos de dinero.  Claro que en los casos que la Ciudad tiene la culpa principal debe pagar, pero los fallos en esos casos ni siquiera se acercarían a la suma de $500 millones anuales que pagamos actualmente.  Ese dinero proviene directamente de nuestros impuestos y desvía fondos provenientes de aquellos programas que más necesitamos.

“Sé que somos capaces de pensar en una manera mejor, más inteligente y más innovadora de administrar justicia — ya que lo hemos hecho antes en otras áreas de la ley.  Bajo el liderazgo de esta Asociación, creamos juzgados comerciales especializados donde jueces entrenados con experiencia en leyes de negocios son capaces de supervisar disputas.  Al crear un ambiente donde los problemas son resueltos de manera consistente y conveniente, Nueva York motiva a más negocios a invertir ahí.  Y el efecto ha sido marcado.  Cuando negocios globales elijen las leyes que quieren para que rijan sus contratos, la ley de Nueva York es por un gran margen la principal selección entre estados del país, y la segunda opción más común en el mundo.

“Concuerdo con la previa juez principal Judith Kaye y muchos de ustedes que han sugerido que aprovechemos nuestra posición haciendo de la Ciudad de Nueva York la capital internacional de arbitraje del mundo.  También necesitamos repetir el éxito de nuestras cortes comerciales en el área civil y otras áreas de la ley.  De hecho, mientras que el campo de leyes se convierte en uno más especializado, debemos preguntarnos si tiene sentido que la mayoría de los jueces sean generalistas.  La tercera cuestión que quisiera que consideren hoy es: ¿Cómo podemos resolver más disputas fuera de los tribunales — para que así podamos mejorar los resultados para un mayor número de personas?  El sistema se ha hecho tan caro que muchas de las personas más necesitadas de representación entran en los juzgados sin representación: 99 por ciento de los inquilinos en casos de desalojo en la Ciudad de Nueva York van sin representación alguna, como lo hacen 99 por ciento de los prestamistas en casos de créditos al consumidor y 97 por ciento de los padres de familia en casos de manutención infantil.

“En un discurso a esta asociación esta semana, nuestro buen amigo Jonathan Lippman destacó que hoy en día, solo un 20 por ciento de las necesidades legales civiles de individuos de bajos recursos están siendo atendidos.  Y por esto, muchos neoyorquinos no están presentando demandas y defensas disponibles para ellos.  El sistema puede ser imparcial, pero ciertamente no es justo.  No cuando prestatarios e inquilinos sin representación se ven forzados a defender sus casos contra bancos y dueños de propiedades que pueden costear representación legal experta.

“Un panel comisionado por el juez principal Lippman concluyó recientemente que parte de la solución a las desigualdades en nuestros casos de vivienda, crédito al consumidor y familias es incrementar los fondos para abogados que proveen servicios legales.  Pero en muchos de estos casos, el gobierno es el demandado final.  En pocas palabras, estamos básicamente financiando para que la gente nos demande.  En vez de gastar dinero para que los ciudadanos nos demanden, ¿no tendría más sentido no pelear en lo absoluto y gastar ese dinero en programas para mantener a los inquilinos en sus hogares, ayudar a que los prestatarios cumplan con los pagos de préstamos hipotecarios, y proveer servicios a familias?  Considerando que nuestro sistema es tan caro que más de la mitad de cada dólar gastado es para costos de litigio, podríamos hacer dos veces más si sacáramos al intermediario y nos enfocáramos directamente en ayudar a nuestros ciudadanos.

“Logramos un progreso real en esta área hace unos cuantos años cuando colaboramos con el Estado para ayudar a más propietarios de viviendas a evitar ejecuciones hipotecarias.  A sugerencia nuestra, el Estado aprobó una ley que proveyó a los dueños de casas que enfrentaban embargos hipotecarios con acceso a una conferencia de acuerdos.  Debido a esa ley — y gracias a los abogados en esta organización que dieron su tiempo para representar a los propietarios de viviendas en sus audiencias extrajudiciales — 23,000 dueños de casas más en el Estado de Nueva York tuvieron la oportunidad de reunirse frente a frente con sus prestamistas en 2010 de los que lo hicieron en 2009.  En la Ciudad de Nueva York, esto significó que unos 12,230 dueños adicionales de viviendas pudieron negociar de buena fe con sus bancos para mantener sus casas.  ¡Eso les muestra lo que se puede lograr cuando el gobierno colabora con la comunidad legal para abordar algunos de nuestros retos más difíciles!  Sería fácil no hacer nada y decir que nada podrá cambiar nunca en nuestro sistema legal — que los problemas son endémicos e imposibles de resolver.  Pero eso simplemente no es verdad.  Así que mi cuarta pregunta hoy es: ¿Cómo puede el gobierno usar leyes y reglamentaciones como herramientas para estimular el progreso económico y social?

“Una fantástica respuesta a esa pregunta es la reciente labor de la Ciudad de Nueva York en antiguas zonas industriales — terrenos plagados con contaminantes industriales y que no pueden ser desarrollados sin una limpieza.  La Ciudad de Nueva York cuenta con miles de acres de zonas industriales abandonadas.  Estas no han sido explotadas durante décadas.  Muchos promotores inmobiliarios querían limpiar y redesarrollarlas, pero estaban renuentes a hacerlo debido a la posibilidad de que la responsabilidad legal de la Ciudad y el Estado por su limpieza era demasiado imprevisible y potencialmente costosa.  Para resolver este problema, la Ciudad adoptó una ley local creando un programa de saneamiento de zonas industriales abandonadas, y logró un acuerdo con el Estado donde se provee protección contra la responsabilidad legal a los promotores que estén dispuestos a emprender la limpieza.  El resultado es que el programa de zonas industriales administrado por la Ciudad de Nueva York está ahora prosperando.  De hecho, seis proyectos por un total de $120 millones en construcciones nuevas han solicitado en nuestro programa en apenas los últimos dos meses.  Pero no todas las reglas y leyes gubernamentales tienen este nivel de éxito.  Y de vez en cuando, son el obstáculo ante él.  La cantidad excesiva de regulaciones puede desalentar la inversión y el crecimiento, y frustrar a la gente a más no poder, especialmente cuando décadas de regulaciones se apilan unas encima de las otras.

“Las soluciones de ayer no siempre atienden los problemas del mañana.  En vez de añadir simplemente niveles, necesitamos modernizar y revisar nuestras leyes.  En base a eso, la semana pasada el Presidente Obama ordenó a muchas agencias federales que conduzcan una revisión sistemática de regulaciones existentes de negocios, en un esfuerzo para remover regulaciones obsoletas, para iniciar la remoción de regulaciones anticuadas que sofocan la creación de empleos y hacen que nuestra economía sea menos competitiva.  Nuestra administración también está llevando a cabo una revisión exhaustiva de nuestras normas de regulación — para identificar estipulaciones anticuadas que nos están reteniendo.  Y yo invitaría a todos aquí a que nos ayuden en ese proceso.  Si tienen una idea, quisiéramos escucharla.

“Obtener el equilibrio correcto en nuestras leyes es siempre algo difícil, y siempre hay una necesidad constante de evaluación.  Obtener el balance idóneo en nuestras leyes es siempre una tarea difícil, y siempre hay una necesidad constante de ajustes.  La meta no es detener todas las demandas.  La gente que dice que necesitamos cerrar la puerta a los litigantes comprende mal el problema.  Necesitamos trabajar unidos de tal forma que se ayude al doctor y al paciente, al dueño y al inquilino, y al gobierno y al ciudadano.  Esto exigirá creatividad, exigirá flexibilidad, y exigirá poner los intereses a largo plazo de nuestro estado por encima de cualquier beneficio a corto plazo para nosotros mismos.  Pero entonces, este Colegio de Abogados es conocido por poner los intereses del estado por encima de los intereses de sus miembros.

“Ustedes son innovadores profesionales y resuelven problemas.  Los clientes vienen hacia ustedes y les piden atender problemas y corregirlos.  Y ustedes lo hacen porque creen en el poder de la ley de promover la imparcialidad y crear un mundo más justo.  Hoy en día, mientras buscamos cada manera posible de fortalecer nuestro estado al salir de esta dura recesión económica, les estoy pidiendo que apliquen esos talentos y promuevan nuestro futuro económico colectivo.  Como la asociación de abogados voluntarios de más antigüedad en el país, ustedes tienen una historia de gran orgullo luchando por nuestros ciudadanos, nuestros empleos y nuestro Estado, y hoy les pido que se unan a mí y que luchen una vez más”.







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Stu Loeser   (212) 788-2958




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