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PR- 142-07
10 de mayo de 2007

EL ALCALDE BLOOMBERG PRONUNCIA DISCURSO DE GRADUACIÓN EN LA ESCUELA DE MEDICINA DE NEW YORK UNIVERSITY

A continuación se presenta el texto del discurso preparado para el alcalde Bloomberg. Por favor confirme con el discurso final.

“Decano Glickman: Gracias por esas palabras tan amables.  Y a los que hoy se gradúan, permítanme decirles que, aunque ustedes han estado esperando mucho tiempo por este día — incluso más tiempo que aquellas legendarias esperas por los elevadores del Hospital Tisch —

“Primero, quiero aprovechar esta oportunidad para unirme al presidente de NYU John Sexton, Robert Berne, al vicepresidente principal de Salud de la Universidad, mis dos amigos Marty Lipton — quien preside la junta directiva de NYU — y and Ken Langone — presidente de la junta directiva del Centro Médico — y a toda la comunidad de la Escuela Médica de NYU para darles gracias a ustedes por su distinguido liderazgo en esta gran escuela.

“Ya sea como directivos de una empresa, alcalde o decano de una escuela médica, una gran parte de lo que significa ser un buen administrador es preparar a su sucesor — alguien que, si ustedes son golpeados por un camión imaginario, pueda asumir directamente su trabajo.  Y Bob, aunque ahora estás pasando a nuevos retos, también te has asegurado de que la Escuela Médica de NYU continúe en buenas manos, de alguien que ha establecido al Departamento de Radiología de esta escuela como uno de los mejores en la nación: el nuevo decano de la Escuela Médica de NYU, el doctor Robert Grossman.

“Ahora, para la clase que hoy se gradúa: Primero, permítanme decirles que mi nombre es Bloomberg… Mike Bloomberg. Y luego, permítanme felicitar a cada uno de ustedes al alcanzar el día en que no se volverán a agitar jamás sus papeles de exámenes con esas vibraciones de martillos hidráulicos en las construcciones afuera de sus aulas; cuando ya no tendrán que perfeccionar el arte de lucir ocupados mientras pasean en el Bellevue Café; y cuando esos especiales de ‘dos tragos por el precio de uno’ en el Hook and Ladder se convertirán en borrosos — y, espero — felices recuerdos.

“Además, después de hoy, nadie en un hospital volverá a ‘confundirlos’ con doctores.  Ahora ustedes son médicos de verdad — un pensamiento que es probablemente un poco atemorizante, pero también tremendamente estimulante, ya que este es finalmente el día que ustedes han dedicado tantas horas de trabajo y estudio para alcanzar. Y, antes de continuar, por favor acompáñenme para saludar a alguna gente que ha estado ahí para ustedes en cada paso del camino: Sus padres, cónyuges y otros seres queridos.  Vamos todos a darles un aplauso; ¡ellos realmente lo merecen!

“Por siglos, a los que estudian medicina se les ha instruido a ‘primero, no hacer daño’.  Como estándar de conducta profesional, es difícil rebatir eso — aunque yo siempre pensé que se fija una norma un poco baja.  Pero, en realidad, es bastante similar a la instrucción que doy a mis nuevos comisionados y personal directivo: ‘Ustedes son los mejores.  Ahora, no metan la pata’.

“Mucha gente piensa que el consejo de ‘Primero, no hagan daño’ vino del ‘Padre de la medicina’, Hipócrates.  De hecho, nadie está seguro de quién lo dijo primero.  Pero Hipócrates sí tuvo muchas cosas importantes que decir sobre la ética de practicar la medicina, incluyendo este pensamiento que se le atribuye: ‘La función de proteger y desarrollar la salud debe catalogarse incluso por encima de la de restaurarla cuando sea afectada’. O, en otras palabras: El médico tiene un deber de proveer esa popular pizca de prevención a la vez que también administra la súper importante libra de curación.

“Desafortunadamente, en la actualidad nuestra sociedad no está dando a esas palabras de sabiduría el tipo de atención que merece.  De hecho, hoy 95% de nuestros gastos médicos son para cuidado curativo, y apenas 5% va a la prevención.

“Ese desequilibro ayuda a explicar por qué realizamos una labor tan inexcusablemente pobre controlando a los asesinos silenciosos como las enfermedades del corazón y la diabetes; y por qué, aunque Estados Unidos tiene algunas de las instituciones de cuidado de salud más ampliamente admiradas y generosamente financiadas en el mundo, también estamos detrás de 45 otras naciones en expectativa de vida.

“Claramente debemos, y podemos, hacerlo mejor que eso.  Y por eso, quiero pedirles hoy a ustedes que sean algo más que los excelentes médicos para los que han estudiado tan duramente.  Quiero retarles a ser líderes a la vez que sanadores, usar tanto su educación analítica como su amor por la humanidad para ayudarnos a enfrentar el desafío que Hipócrates nos dio de ‘promover y desarrollar la salud pública’.

“En los últimos cinco años y medio, nuestra Administración se ha dedicado a esa labor.  Enfrentando oposición considerable, fuimos pioneros en prohibir el humo de segunda mano en los restaurantes y bares.  Traten de desfilar en un vecindario el Día de San Patricio después de hacer eso: ¡es una experiencia muy buena para el desarrollo de la personalidad!

“Ahora estamos requiriendo a los restaurantes que empiecen a eliminar el uso de las grasas trans artificiales que contribuyen a la enfermedad del corazón y derrames.  Debido a nuestras iniciativas de educación y promoción, cantidades, récord de neoyorquinos han dejado de fumar; están recibiendo pruebas de cáncer de colon; están obteniendo pruebas gratis y rápidas para conocer su estatus de VIH; y están dando otros pasos esenciales para vivir vidas más prolongadas y saludables.

“Y el resultado es que hoy, por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, el neoyorquino promedio tiene una mayor expectativa de vida que el estadounidense promedio.  Por lo tanto, hemos logrado un buen comienzo.  Pero este es solo el principio.  Ahora debemos sumar a lo que hemos alcanzado.  Y, para eso, necesitaremos la ayuda de ustedes como líderes y también como sanadores.

“Los necesitamos, a ustedes y a toda la comunidad de la Escuela de Medicina de NYU, para que sean líderes, por ejemplo, en asegurar que los hospitales públicos de nuestra ciudad continúen proporcionando el sobresaliente cuidado de salud de primera línea que dan a uno de cada seis neoyorquinos.

“Al igual que muchos graduados de la Escuela de Medicina de NYU que estuvieron antes, ustedes han recibido magnifica educación clínica en uno de los grandes hospitales públicos: Bellevue.  Ahora necesitamos trabajar juntos para asegurar que continúe siendo el excepcional hospital de enseñanza que fue para ustedes.

“Hoy, nuestros lideres estatales — muy sabiamente — han empezado una reevaluación sistemática de nuestras prioridades de cuidado de salud.  Pero, como parte de ese proceso, les pido que ayuden a recordarles que ‘Primero, no hagan daño’ — y especialmente que no hagan ningún daño accidental a Bellevue y a otros de nuestros grandes hospitales de enseñanza.

“También los reto a que sean líderes, así como sanadores, al tratar los problemas de un sistema de salud que hoy en día agota 16% de nuestro producto doméstico bruto, pero a la vez deja a 16% de nuestros ciudadanos — en su mayoría los llamados ‘trabajadores pobres’ — sin seguro de salud, privado o público.  Esas son tendencias claramente no aceptables, y  ambas siguen aumentando preocupantemente.

“Es igualmente importante para ustedes el convertirse en líderes así como sanadores de toda la variedad de múltiples retos que nos amenazan a medida que ‘promovemos y defendemos la salud pública’.  Por ello necesitamos que nos acompañen alzando la voz en asuntos de justicia medioambiental.  Porque, cuando niños en Harlem, el Sur del Bronx y otros barrios de la ciudad son hospitalizados por asma en un promedio cuatro veces mayor que el índice nacional, esa es una crisis de salud pública que exige vuestro liderazgo.    

 “Necesitamos que nos acompañen en la defensa e implementación de políticas que ayuden a romper el ciclo de la pobreza.  Porque, si bien es cierto de que es desgarrador que todo un tercio de los pobres en nuestra ciudad son niños menores de cinco años de edad, también es cierto que es inmensamente alentador que las intervenciones tempranas — como la colaboración de enfermeras y familias — mejoran enormemente sus opciones para triunfar en la vida.

“Necesitamos su liderazgo haciendo de estas intervenciones una regla, no la excepción, en comunidades en toda la ciudad y nuestro país.  Por último, también necesitamos que nos acompañen tomando la delantera para poner fin a la epidemia de violencia de armas en nuestra nación, porque es una crisis de salud pública, así como un desafío para las fuerzas del orden.

“En la Ciudad de Nueva York, hemos trabajado arduamente para hacer a la ciudad grande más segura de la nación aún más segura.  Y  me complace enormemente informar que la delincuencia en Nueva York es 30% menor que hace seis años.  Sin embargo, hasta una sola vida perdida ante la violencia es demasiado.  Y la terrible realidad es que, en el resto de la nación, la delincuencia está en aumento. 

“Cada día, un promedio de 30 estadounidenses son asesinados — y en la mayoría de los casos, el arma asesina es un arma de fuego comprada ilegalmente o en posesión ilegal.  Por ello, como una nación entera, debemos ponernos serios en cuanto a sacar las armas ilegales de nuestras calles.  Esto no tiene nada que ver con la Segunda Enmienda o los derechos de dueños legales de armas. Se trata de aplicar la ley y contener a los delincuentes.  Y, para liberar a nuestra nación de la amenaza de las armas ilegales, los médicos pueden y deben jugar un rol principal.

“Ahora, quizás estén preguntándose: Pero solo soy una persona. ¿Qué puedo hacer? Bien, déjenme darles un ejemplo vivo de lo que una persona sola, un médico igual que ustedes, puede hacer.  Quiero llevarlos a una noche de noviembre hace 18 meses.  Esa noche, el detective Dillon Stewart, un joven excelente oficial de policía de la Ciudad de Nueva York con una carrera muy prometedora fue muerto a tiros durante una parada de tránsito en las calles de Brooklyn.

“Fue llevado rápidamente al departamento de emergencia del Hospital Kings County, donde los doctores trataron heroicamente de salvarlo.  Sin embargo, a pesar de sus esfuerzos, las heridas masivas en el corazón de Dillon fueron muy graves y murió en la mesa de operaciones.  Poco después, el Dr. Robert Kurtz — co-director de Cirugía de Traumas en el hospital — nos acompañó a mí y al comisionado de policía Ray Kelly al hablar con la prensa.  Y me complace decir que él también está esta noche aquí.

“Recuerdo vivamente que el Dr. Kurtz estaba exhausto ese día, vistiendo aún su uniforme manchado de sangre.  Primero, habló sobre su paciente.  Calmada y profesionalmente, él explicó cómo su equipo había tratado de salvar al oficial; cómo tuvieron que reabrir el pecho de este joven después que la primera intervención falló; cómo tuvo que dar masaje con sus propias manos al corazón del oficial.  Todo en vano.

“Su devoción a este paciente fue palpable — y poderosa, así como su compromiso con la verdad. En ese momento, después de ver durante años tantas víctimas de balas en la sala de emergencias, se vio obligado a hablar enérgica y públicamente sobre la horrible matanza producida por las armas en nuestras calles.

“Sin dudas, esa mañana su candor y pasión tocaron el corazón de nuestra ciudad.  Sus palabras me dieron un ánimo gigantesco para lo que ahora se ha convertido una campaña nacional de alcaldes en cada parte de la nación que se han unido para detener la propagación de las armas ilegales.

“El Dr. Kurtz pudo haber dejado la defensa a otros.  Pudo haber dicho que no era su trabajo.  Pero el liderazgo es parte de su trabajo, y parte del trabajo de todos los médicos.  Y esta noche quiero agradecerle por alzar su voz tan clara y altamente sobre este asunto vital.

“Ahora, igual que él, ustedes deben tomar el mando — para curar, y para ser escuchados.  Ustedes deben guiarnos a un mundo más fuerte, más seguro, más saludable.  No dudo que triunfarán.  Porque, como graduados de esta gran escuela de medicina, creo que pueden ser esos líderes enérgicos, así como líderes capacitados.

“No hay límites en las posibilidades de usar sus inmensos talentos al servicio de otros en naciones al otro lado del mundo o aquí en nuestra propia ciudad — donde espero que muchos de ustedes empiecen su profesión médica.

“Permítanme pedirles que se conviertan en lideres así como en sanadores donde quiera que vayan.  Y, permítanme también dejarlos esta noche con un reto más: Culminen el resto de esta noche con felicidad y recuerdos que les durarán toda la vida.  Se lo merecen. 

“Ahora buena suerte, y que Dios los bendiga”.







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