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PR- 262-11
19 de julio de 2011

EL ALCALDE BLOOMBERG PRONUNCIA DISCURSO CENTRAL SOBRE INICIATIVA MUNICIPAL PARA PERSUADIR A UNA UNIVERSIDAD DE PRIMERA CLASE A CONSTRUIR O AMPLIAR UN CAMPUS DE INGENIERÍA Y CIENCIAS APLICADAS EN LA CIUDAD DE NUEVA YORK

A continuación se presenta el texto preparado para el discurso del alcalde Michael R. Bloomberg y pronunciado en la conferencia de Crain’s New York “El futuro de la Ciudad de Nueva York”. Por favor confirme con el discurso final.

“Gracias, Kathy, y buenas tardes.  Espero que todos ustedes estén saliendo y disfrutando de la ciudad este verano.  Fui a Yankee Stadium el viernes en la noche para ver a un tipo con muchos hits ― no a Derek Jeter, sino a Paul McCartney.  Fue un gran show y, créanlo o no, Paul tenemos realmente algunas cosas en común.  Ambos tenemos la misma edad ― ya lo se, es difícil creer que Paul solo tiene 49 años.  Ambos tenemos un oído musical.  Y a ambos se nos conoció como ‘el bonito’.  No puedo prometer que mi discurso de hoy sea tan divertido como cantar a coro ‘Hey Jude’ ― pero siéntanse en libertad de aplaudir tanto como deseen.

“Realmente quiero agradecer a Crain’s y a Jill Kaplan, y a Kathy y The Partnership, por organizar esta conferencia sobre el futuro de la Ciudad de Nueva York.  En el gobierno, justo al igual que en muchas corporaciones, la administración tiende a enfocarse en el día siguiente, o el próximo trimestre, o el año entrante, en vez de la próxima década o el próximo siglo.  Pero las ciudades y organizaciones que no miran bien hacia el futuro quedan rezagadas.

“Ese no es un error que cometeremos.  Estamos tan enfocados en el mañana como lo estamos en el presente.  Me siento muy orgulloso de que nuestra Administración, desde el mismo principio, siempre haya visto el largo plazo.  Hemos basado nuestras decisiones de políticas e inversiones no en la posibilidad de que generen titulares o votos, sino en la posibilidad de que ayuden a generar un nuevo siglo de crecimiento económico.

“Cuando fui elegido inicialmente en el 2001, la Ciudad de Nueva York aún tenía un pie apoyado firmemente en el siglo XX ― y desgraciadamente, era en la primera mitad del siglo XX.  La mayor parte de nuestra infraestructura básica tenía de 50 a 100 años de edad.  La mayor parte de nuestras costas reflejaban una era industrial que había desaparecido hacía mucho tiempo.  La mayoría de nuestras vecindades habían visto relativamente pocas construcciones de viviendas nuevas, aun a medida que nuestra población estaba aumentando drásticamente.  Y la mayor parte de nuestra economía era demasiado dependiente de Wall Street.

“Al concebir una estrategia de desarrollo económico tras el 11 de Septiembre, nuestra última meta no era la recuperación, ni siquiera la reconstrucción.  Era la renovación.  Renovación de nuestra infraestructura.  Renovación de nuestra economía.  Renovación de nuestro sistema escolar.  Renovación de nuestros parques y nuestras calles y vecindades.  Teníamos que sacar a nuestra ciudad del pasado ― planificando un futuro más venturoso y construyéndolo.

“El futuro que concebimos para Nueva York tiene un fundamento más sólido y más moderno, y entonces hemos realizado grandes inversiones en proyectos de infraestructura ― como el Tercer Túnel de suministro de agua ― que no son exactamente sexy, pero que son tan esenciales para nuestro crecimiento.  Un tercer túnel de agua fue iniciado en 1970 para que pudiéramos arreglar los otros dos sin interrupciones.  Pero al igual que el Subway de 2da Avenida, este cayó víctima de recortes presupuestales una y otra vez.  Ahora, tras los $2.5 mil millones que hemos invertido en los buenos y malos tiempos, la próxima etapa mayor del túnel de agua está programada para completarse en 2013.

“El futuro que concebimos para Nueva York tiene vecindarios más verdes con más oportunidades de recreación para jóvenes y ancianos por igual.  Y entonces, hemos realizado la inversión más grande en nuestro sistema de parques desde el Nuevo Trato de Franklin Roosevelt ― con 680 acres nuevos añadidos en los últimos nueve años y otros 1,800 en camino.

“El futuro que concebimos para Nueva York tiene suficiente espacio para que crezcan generaciones de familias y compañías.  Y entonces, hemos re-zonificado grandes zonas de la ciudad para permitir más desarrollo de viviendas y comercio.

“En el extremo oeste de Manhattan, estamos reconstruyendo una extensión de la línea #7 del tren metropolitano ― la primera línea del Subway financiada por la Ciudad en 25 años, y será construida a tiempo ― algo que no oímos demasiado seguido en cuanto a la construcción del Subway.  Esto hará por el Far West Side lo que la línea Jubilee Tube hizo por Canary Wharf en Londres: transformar una antigua área industrial en uno de los vecindarios más dinámicos en el mundo.

“En Willets Point, hemos empezado el trabajo de transformar un antiguo vertedero ambientalmente degradado en una hermosa comunidad junto al agua ― con empleos y vivienda para la clase media. En Staten Island, hemos empezado la labor de transformar la vieja base naval de Homeport en una hermosa comunidad litoral ― con empleos y vivienda para la clase media.  En Hunters Point, hemos empezado la labor de transformar una antigua área industrial en una hermosa comunidad junto al agua ― con empleos y vivienda para la clase media.

“En todos estos proyectos, y en muchos otros, estamos haciendo lo que los neoyorquinos siempre han hecho mejor: concebir la ciudad del mañana y crear las condiciones para que venga a la vida.  Estamos haciendo lo que los neoyorquinos han hecho en momentos cruciales de toda nuestra historia: invertir para que el futuro de esta Ciudad sea más venturoso que su pasado.

“Cuando los padres de nuestra ciudad crearon la cuadrícula de calles hace doscientos años, no había necesidad de extenderla hasta la calle 155 ― pero ellos lo hicieron, porque imaginaron un crecimiento que no podían ver.  Cuando fue construido el Parque Central hace 150 años, no había necesidad de reservar un pedazo tan grande de Manhattan ― pero ellos lo hicieron, por encima de las objeciones de aquellos que decían que era demasiado grande, demasiado costoso y tomaba demasiado tiempo construirlo, porque ellos imaginaron el parque público más grande en el país.  Cuando fue construida la primera línea del Subway, no había necesidad de extenderla hasta el Alto Manhattan ― pero ellos lo hicieron, porque imaginaron vecindarios creciendo en los terrenos de granjas.

“Nueva York se convirtió en la ciudad más grande del mundo porque los neoyorquinos nos atrevimos a soñar y a construirlo.  Hoy estamos viendo lejos en el futuro nuevamente ― y lanzando una de las iniciativas de desarrollo económico más promisorias en la larga historia de la ciudad.

“Esta mañana publicamos una Solicitud de propuestas (RFP, en inglés) a universidades cercanas y lejanas.  Nuestra oferta es simple: Proveeremos terrenos de la Ciudad de Nueva York de primera clase ― prácticamente sin costo alguno, y hasta $100 millones en mejoras de infraestructura, a cambio de un compromiso de una universidad para construir o ampliar un recinto de primer orden para las ciencias aplicadas y la ingeniería aquí en nuestra ciudad.  Estamos ofreciendo terrenos en tres ubicaciones posibles, todos ellos sub-utilizados, y todos ellos repletos de potencial: Governors Island, el Navy Yard y Roosevelt Island.

“Esta no es la primera vez que el gobierno ha ofrecido tierra y fondos a cambio del desarrollo de una universidad.  Gobiernos de todo el mundo están ofreciendo terrenos a universidades norteamericanas ― están ofreciendo pagar todo el capital y costos de operación asociados con una ampliación en su tierra.  Ellos reconocen la importancia de las universidades para el crecimiento económico ― ya que lo han visto ocurrir aquí en Estados Unidos.

“En 1862, el Gobierno de los Estados Unidos creó un programa de subvenciones de tierra para la creación de universidades nuevas.  El Presidente Lincoln y el Congreso buscaban promover la innovación y el conocimiento en la agricultura y la ingeniería ― porque sabían que esos campos eran cruciales para el crecimiento económico de la nación.  Y cuánta razón tenían.  Cornell, MIT, Cal-Berkeley, la Universidad de Michigan y muchas grandes universidades surgieron de ese programa de subvenciones de tierra, y junto con ellas llegaron descubrimientos revolucionarios que ayudaron a nuestro país a convertirse en la economía más grande del mundo.

“La Ciudad de Nueva York tiene la suerte de contar con tantas universidades de primer orden aquí ― de hecho, somos la más grande ciudad universitaria en la nación.  Tenemos más de 600,000 estudiantes inscritos en educación superior ― lo cual significa más estudiantes que la población de Boston.  También tenemos la fortuna de contar con varias escuelas de ingeniería de primera clase ― y me alegra informar de que están tomando nuestra oferta en serio.

“Pero ellos no son los únicos.  Universidades de todo el país ― y algunas del mundo entero han expresado interés en nuestra oferta: Y así es como debe ser.  Porque somos una ciudad internacional ― y una ciudad que cree en la competencia libre.  Estamos abiertos a cualquier persona con cualquier sueño, a cualquier emprendedor con cualquier idea, a cualquier compañía con cualquier capital, y a cualquier universidad con cualquier propuesta.

“Las universidades son tan importantes para nuestro futuro ― y es por ello que hemos trabajado tan duro para apoyar grandes expansiones en Columbia, Cooper Union, Fordham y NYU ― y por lo que hemos proporcionado más $1 mil millones a la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY, en inglés) en años recientes.  Pero al extender esta oferta, nuestra meta es no ayudar a institución particular alguna a crecer; es ayudar a crecer a toda nuestra ciudad.

“Para entender por qué esta iniciativa es tan importante para el futuro de nuestra Ciudad, creo que debemos ver no solo al futuro hacia donde se dirige la economía global ― sino también atrás, adonde hemos estado.  Porque lo que estamos proponiendo es realmente nuestro intento más ambicioso de contrarrestar décadas de tendencias económicas que una vez amenazaron el futuro mismo de las ciudades de nuestra nación.

“Así que permítanme dar un paso atrás de algunas décadas ― a 1966, mi primer año en Nueva York.  Llegué a la ciudad con una Licenciatura en Ingeniería y una Maestría en Administración de empresas.  No tenía un gran plan para mi vida; siempre asumí que terminaría trabajando para una empresa de ingeniería o manufactura.  Pero un buen amigo ― Steve Fenster ― me dirigió hacia Wall Street.  Tuve un golpe de suerte, ya que, aunque nadie lo sabía en ese momento, la economía norteamericana estaba empezando un período prolongado ― y doloroso ― de declive en la manufactura.  Fui despedido de mi empleo en Salomon Brothers en 1981 ― pero si hubiera ido a trabajar en la industria de manufactura, habría sido despedido mucho antes.

“Entre 1966 y 2001, el año en que fui elegido alcalde, la Ciudad de Nueva York pasó de unos 800,000 empleos en manufactura a aproximadamente 150,000.  Tres de cada cuatro empleos se perdieron — la mayoría trabajos de clase media que no requerían diplomas universitarios.  Nueva York no estaba sola — esto ocurrió en ciudades por todos los estados del norte de Estados Unidos.  Y a medida que pasó, muchos sitios que dependían de uno o dos grandes empleadores empezaron a ver las consecuencias negativas.  Nueva York logró sobrevivir mejor que la mayoría de las ciudades — en gran parte gracias a la fuerza de nuestra industria financiera y la continua llegada de nuevos grupos de inmigrantes.  Pero al mismo tiempo, la salud de nuestra economía se hizo más dependiente que nunca de los altibajos de Wall Street.

“Cuando inicié mis funciones en 2002, reconocimos ese problema — y nos concentramos en corregirlo.  Creamos una estrategia económica para los cinco condados enfocada en ampliar las industrias que tienen el potencial de crecer y desarrollarse aquí.  Eso incluyó no solo al sector de finanzas, sino también al cine y la televisión, biotecnología, modas, artes y cultura, turismo, manufactura moderna y pequeños negocios de todo tipo. Nuestra meta era simple: expandir el crecimiento de empleos fuera de Wall Street para que cuando los mercados de capitales llegasen a un punto de declive, como siempre ocurre, más neoyorquinos conservaran sus empleos.

“Entonces, desde que azotó la peor recesión nacional en décadas, 5.8 por ciento de todos los empleos americanos en el sector privado se han perdido.  Aquí en la Ciudad de Nueva York, esa cifra es solo de 0.5 por ciento.  Nuestros esfuerzos para diversificar nuestra economía y fortalecer la infraestructura que es la base de nuestro crecimiento nos permitieron entrar en la etapa de recesión más tarde que el resto del país — y salir de ella más rápidamente y más fuerte que el resto del país.

“Cuando los mercados cayeron en 2008, tomamos la decisión de reafirmar las gestiones en nuestra estrategia de diversificación — en unas cuantas maneras clave.  Primero, ampliamos nuestros Centros de desarrollo profesional Workforce One, que ayudan a conectar a personas con empleos en industrias que aún estaban contratando.  El año pasado, hallamos empleo para un número récord de 31,000 personas —y este año, al abrir diez centros Workforce One adicionales, esperamos romper esa marca.

“Segundo, lanzamos nuevas iniciativas para impulsar el emprendimiento.  Al ver que algunas compañías estaban despidiendo a empleados capacitados, una manera en la que podíamos batir la recesión era ayudar a algunos a lanzar sus propios negocios — y muchos lo han hecho.

“Tercero, nos reunimos con líderes de industrias de cada sector grande de nuestra economía para entender qué más podíamos hacer para ayudar.  Preguntamos a 325 ejecutivos principales, emprendedores, dirigentes universitarios y otros grandes empleadores cuáles eran sus necesidades clave — y lo que más decían una y otra vez era: la capacidad tecnología es crítica para nuestro crecimiento — y simplemente no tenemos suficiente aquí.

“Ellos tenían razón.  Durante la mayor parte de nuestra historia, la Ciudad de Nueva York fue la capital tecnológica de los Estados Unidos — y del mundo entero.  Nos convertimos en el motor económico del país gracias a que nuestros emprendedores eran los más innovadores — y sus ideas e inversiones convirtieron a nuestra ciudad en una potencia global.

“Cuando Robert Fulton construyó el primer buque comercial a vapor fiable en 1806, engendró una industria naviera que podría emplear un sinnúmero de neoyorquinos para generaciones a venir.

“Cuando Samuel Morse envió el mensaje telegráfico en 1844, creó una industria de comunicaciones que dio trabajo a incontables neoyorquinos para generaciones a venir.

“Cuando Charles Pfizer fundó su farmacia en Williamsburg en 1848, con un préstamo de $2,500 dólares de su padre, concibió una industria farmacéutica que empleó innumerables neoyorquinos por generaciones a venir.

“Cuando Alexander Graham Bell abrió Bell Laboratories en la calle West en 1898, que se convirtió en el centro más grande de investigación industrial en Estados Unidos, ayudó a engendrar todo tipo de innovaciones — incluyendo filmes y televisión con voces — que ofrecerían empleos un sin número de neoyorquinos por generaciones a venir.

“Todos estos inventores — y tantos más — empezaron con solo una idea y la convirtieron en una industria completa.  El hecho es que Nueva York fue una Ciudad de empresas incipientes antes de que existiera el concepto de empresas incipientes.  Cuando yo creé Bloomberg LP en 1981, nadie nos llamó una empresa incipiente.  Pero eso era lo que éramos.  Teníamos una idea no probada que dependía de una tecnología no probada y desarrollada por el que en ese momento era un estudiante de ingeniería y unos cuantos científicos en informática.  Claro que entonces no se les llamaba científicos.  Se les conocía como “tarados de la computadora”.  Pero, no lo hubiera logrado sin ellos.

“Desgraciadamente para nuestra ciudad, mi empresa fue más la excepción que la regla.  Durante los años ‘80 y ‘90, Silicon Valley — no Nueva York — se convirtió en la capital mundial de las empresas incipientes de tecnología.  Y eso es cierto hasta hoy en día.

“Pero si tengo razón — y tenemos éxito en esta misión — no será cierto para siempre.

“En los últimos años, nuestra Ciudad se ha convertido en un jugador cada vez más importante en las industrias de la tecnología y biociencias.  Hemos realizado inversiones significativas para ayudar a compañías de biociencias a crecer y expandir en la Ciudad de Nueva York.  Por ejemplo, nuestra inversión de $25 millones en un espacio para laboratorios en Brooklyn y Manhattan ayudó a atraer $775 millones del Estado y promotores inmobiliarios privados.  La primera fase del nuevo laboratorio en el Parque de ciencias del East River fue completada en 2010, y está ahora virtualmente a capacidad.  En la Terminal del Ejército en Brooklyn (Army Terminal), nuestro espacio para laboratorios BioBAT está reservado por la Iniciativa internacional de la vacuna contra el SIDA (International Aids Vaccine Initiative, en inglés).  Y al cruzar la ciudad, somos el hogar de algunos de las empresas incipientes más prometedoras y creativas de la industria de tecnología en el país.

“El año pasado, rebasamos a Boston y nos convertimos en el segundo más grande receptor de financiación de capital de riesgo para empresas incipientes de tecnología, detrás únicamente de Silicon Valley.  Boston nos aventajó por años por una razón: la solidez de sus instituciones de investigación, especialmente el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en inglés).  Cada año, sus investigadores desarrollan avances tecnológicos que resultan en nuevos negocios.  De hecho, las compañías activas fundadas por graduados del Instituto Tecnológico de Massachusetts generan ingresos anuales de casi $2 billones.  Eso equivale aproximadamente al producto interno bruto de Brasil, la décima economía más grande del globo.

“En Silicon Valley — que atrae de Berkeley y Stanford, entre otros — parece que se crean empresas nuevas cada día de la semana.  Aquí ocurre también, gracias en parte a nuestras propias y fantásticas universidades, incluyendo Columbia, Cooper Union, la Universidad de la Ciudad de Nueva York y el Instituto Politécnico de New York University (NYU-Poly, en inglés).  Pero no ocurre lo suficiente.  Y esta es la razón por la que estamos presentando esta oferta.

“Entendemos que no alcanzaremos a Silicon Valley de un día al otro.  La construcción de un campus de última generación tomará años — y atraer a una masa crítica de emprendedores de tecnología tomará aun más tiempo.  Pero — como con todo lo que hemos hecho — estamos viendo esto un punto de vista a largo plazo.

“Estimamos que en sus primeros 30 años, un campus de ciencias aplicadas podría conllevar a unas 400 compañías nuevas y crear más de 7,000 trabajos en construcción y más de 22,000 empleos permanentes.  Estos empleos permanentes no son solo para doctores en Filosofía — habrá otros empleos para trabajadores de edificios y asistentes y empleados administrativos.  Incluso, los trabajos que brindan apoyo al cliente en las universidades pagan bastante más que empleos similares en otras industrias, y casi 30 por ciento de todas las personas en las universidades en Nueva York hoy no tienen ni siquiera una licenciatura en Filosofía y Letras.

“Claro está en que todos esos empleos apoyarán todo tipo de restaurantes y comercios locales en los cinco condados.  Y todos esos trabajos aportarán otra cosa que necesitamos: rentas fiscales — con un valor de cientos de millones de dólares, según nuestros estimados.  Pero, lo más importante, el nuevo campus nos ayudará a edificar una masa crítica hacia nuestra meta final: recuperar nuestro titulo como la capital mundial de la innovación tecnológica.

“Creo que podemos alcanzar gradualmente esa meta — ya que, incluso cuando éramos la capital de manufactura del país, también éramos su capital creativa.  Y hoy, la fuerza más poderosa del mundo — salvo lo divino — es el espíritu creativo de un emprendedor.  Ese espíritu está vivo y latiendo en Nueva York.  De hecho, nunca ha estado más fuerte.  Pero los emprendedores se alimentan de innovaciones que surgen de laboratorios — y en este momento, nuestro apetito por la innovación está superando la capacidad de nuestros laboratorios.  La innovación llevará al crecimiento económico y a la formación de negocios en el siglo XXI —como lo hizo en los siglos XIX y XX.  Encabezamos el camino en ese momento — y debemos encabezarlo ahora.

“Hace doscientos años, fue suficiente depender de ventajas naturales para construir una gran ciudad.  Las ciudades fueron construidas en las confluencias de ríos o junto a tranquilas bahías que lanzaron la industria y el comercio en los poderosos océanos.  Esos días han pasado a la historia.  Hoy, nuestras ventajas competitivas más grandes son las cualidades que atraen a los mejores y los más inteligentes de todo el mundo a venir aquí: nuestra libertad.  Nuestra diversidad.  Nuestra tolerancia.  Nuestro dinamismo.

“Y esas son las cualidades que promovemos aquí cada día.  En Nueva York uno puede crear libremente.  Uno tiene libertad de cultos.  Y ningún gobierno le dirá a quién puede o no puede amar.  Nosotros decimos: la única barrera de entrada aquí es cuan grande puede uno soñar y cuan duro se trabaja.

“Pero sabemos que, hasta que atraigamos ingenieros y científicos de primera categoría, habrá barreras aquí que llevarán a emprendedores e inversionistas a otros sitios y que impiden los empleos del mañana que necesitamos para seguir siendo la ciudad más grandiosa del mundo.

“No podemos permitir que esto ocurra.  Para crear más empleos para la clase media, más trabajos que paguen salarios para vivir, más empleos que cierren la brecha de ingresos entre los ricos y los pobres, no podemos quedarnos en el pasado.  Debemos tratar de alcanzar el futuro — justamente como los neoyorquinos siempre lo han hecho.

“Hoy en día, estamos tratando de llegar a un punto más alto que nunca.  Nos estamos imaginando una economía más fuerte que nunca.  Y estamos construyendo una ciudad más grandiosa que nunca.

“El futuro de la Ciudad de Nueva York depende de nuestra disposición a ser fieles a nuestro pasado: siempre con una visión de futuro, siempre audaces, siempre innovando.  Y creo firmemente que si acogemos esa historia, el futuro de la Ciudad de Nueva York será más venturoso que nunca.  Gracias”.







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