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PR- 337-10
3 de agosto de 2010

EL ALCALDE BLOOMBERG HABLA TRAS VOTO DE LA COMISIÓN DE PRESERVACIÓN DE SITIOS HISTÓRICOS SOBRE EL LUGAR DE 45-47 PARK PLACE

La presidente del Concejo Municipal Christine Quinn; el padre Alexander Karloutsos, de la Arquidiócesis Ortodoxa Griega; el rabino Bob Kaplan, del Concejo Comunitario Judío; el reverendo Brian Jordan, de la Iglesia de San Francisco de Asís; el rabino Irwin Kula, del Centro Nacional Judío para Aprendizaje y Liderazgo, o CLAL; el reverendo Jim Cooper, de la Iglesia Trinity; el reverendo Les Mullings, de la Iglesia del Nazareno; el imán Shamsi Ali, del Centro Cultural Islámico de Nueva York; el reverendo T.K. Nakagaki, de la Iglesia Budista de la Ciudad de Nueva York; Cara Berkowitz, de la Federación UJA; y Matthew Weiner, de Interfaith Center of New York, se unen al alcalde en Governors Island, el primer lugar habitado por los holandeses que fundaron Nueva Ámsterdam, el primer asentamiento colonial con tolerancia religiosa en el país

En la página de la Alcaldía en Flickr, www.flickr.com/photos/nycmayorsoffice/, pueden descargarse fotos de alta resolución

A continuación se presenta el texto de las palabras pronunciadas por el alcalde Michael R. Bloomberg en la Isla de los Gobernadores


“Nos hemos reunido aquí en Governors Island para estar en el lugar donde los primeros colonos pusieron pie en Nueva Ámsterdam, y donde se sembraron primero las semillas de la tolerancia religiosa.  Hemos venido aquí para ver el inspirador símbolo de libertad que, más de 250 años después, saludaría a los millones de inmigrantes en el puerto, y hemos venido aquí para declarar tan firmemente como siempre que esta es la Ciudad más libre en el mundo.  Eso es lo que hace a Nueva York especial y diferente y fuerte.

“Nuestras puertas están abiertas a todos ― todos los que tengan un sueño y una voluntad de trabajar duro, y de obedecer las reglas.  La Ciudad de Nueva York fue construida por inmigrantes, y es sustentada por inmigrantes ― por gente de más de cien países diferentes que hablan más de doscientos idiomas diferentes y profesan todas las religiones.  Y, ya sea que sus padres nacieron aquí o vinieron ayer, ustedes son neoyorquinos.

“Puede ser que no siempre concordemos con cada uno de nuestros vecinos.  Así es la vida, y es parte del vivir en una ciudad tan diversa y densa.  Pero también reconocemos que parte de lo que significa ser neoyorquino es vivir con sus vecinos en respeto y tolerancia mutuos.  Fue exactamente ese espíritu de apertura y aceptación lo que fue atacado el 11 de Septiembre.

“En ese día, 3,000 personas fueron muertas porque algunos fanáticos asesinos no querían que disfrutáramos la libertad de profesar nuestras propias religiones, de decir lo que pensamos, de seguir nuestros propios sueños, y de vivir nuestras propias vidas.

“De todas nuestras libertades queridas, la más importante puede ser la libertad de adorar a quien deseemos adorar.  Y es una libertad que, aun aquí en una Ciudad basada en la tolerancia holandesa, fue ganada con mucho esfuerzo a través de muchos años.  A mediados de los 1650s, la pequeña comunidad judía que vivía en el Bajo Manhattan solicitó al gobernador holandés Peter Stuyvesant el derecho de construir una sinagoga ― y la petición les fue denegada.

“En 1657, cuando Stuyvesant también prohibió a los cuáqueros organizar reuniones, un grupo de no-cuáqueros en Queens firmó la Protesta de Flushing (Flushing Remonstrance, en inglés), una petición defendiendo el derecho de los cuáqueros y otros de practicar libremente sus religiones.  Fue quizás la primera petición formal, política, de libertad religiosa en las colonias de Estados Unidos ― y el organizador fue encarcelado y luego desterrado de Nueva Ámsterdam.

“En el siglo XVIII, incluso a medida que la libertad religiosa se afianzaba en Estados Unidos, a los católicos en Nueva York se les prohibió en efecto practicar su religión ― y los sacerdotes podían ser arrestados.  En gran medida como resultado de esto, la primera parroquia católica en la Ciudad de Nueva York no fue establecida sino hasta los 1780s ― la parroquia de St. Peter en la calle Barclay, que aún se yergue apenas una cuadra al norte del lugar del World Trade Center y una cuadra al sur de la mezquita y centro comunitario propuestos.

“Esta mañana, la Comisión de Preservación de Monumentos y Sitios Históricos de la Ciudad (Landmark Preservation Commission o LPR, en inglés) aprobó a unanimidad no extender el estatus de sitio histórico al edificio en Park Place donde están planificados la mequita y el centro comunitario.  La decisión se basó exclusivamente en el hecho de que el edificio tenía poca o ninguna importancia arquitectónica.  Pero, con o sin la designación de sitio histórico, no hay nada en la ley que pudiere evitar que los dueños abran una mezquita dentro del edificio existente.  La verdad pura y simple es que este edificio es una propiedad privada, y los propietarios tienen un derecho de usar el edificio como lugar para un templo.

“El gobierno no tiene derecho alguno de denegar ese derecho — y si lo llevaran a juicio, los tribunales casi de seguro lo desecharían como una violación de la Constitución de los Estados Unidos.  Sin importar lo que se piense sobre la mezquita y centro comunitario propuestos, se ha perdido en la pasión del debate una pregunta básica: ¿Debe el gobierno intentar denegar a ciudadanos privados el derecho de construir un lugar de culto en una propiedad privada basándose en la religión de estos en particular?  Eso puede ocurrir en otros países, pero nunca deberíamos permitir que ocurra aquí.  Esta nación fue fundada sobre el principio de que el gobierno nunca debe escoger entre religiones, o a favorecer a una sobre otra.

“El sitio del World Trade Center tendrá para siempre un lugar especial en nuestra Ciudad, en nuestros corazones.  Pero estaríamos siendo deshonestos con lo mejor de nosotros mismos — y quienes somos como neoyorquinos y norteamericanos — si dijésemos ‘no’ a una mezquita en el Bajo Manhattan.

“No olvidemos que hubo musulmanes entre los asesinados el 11 de Septiembre, y que nuestros vecinos musulmanes lloraron con nosotros como neoyorquinos y como norteamericanos.  Estaríamos traicionando nuestros valores — y cayendo en las manos de nuestros enemigos — si tratásemos a los musulmanes de manera distinta que a cualquier otro.  De hecho, ceder a la opinión popular sería entregar una victoria a los terroristas — y no deberíamos aceptar eso.

“Por ese motivo, creo que esta es una prueba tan importante de la separación entre iglesia y estado como es posible que veamos en nuestras vidas, y es de importancia crucial que pasemos esta prueba.

“El 11 de septiembre del 2001, miles de socorristas corrieron heroicamente a la escena y salvaron decenas de miles de vidas.  Más de 400 de aquellos socorristas no salieron con vida.  Al correr hacia esos edificios en llamas, ni uno solo de ellos preguntó ‘¿A cuál Dios le rezas?’ o ‘¿Qué creencias tienes?’

“El ataque fue un acto de guerra — y nuestros socorristas defendieron no solo a nuestra Ciudad, sino también a nuestro país y nuestra Constitución.  No honramos sus vidas denegando los mismos derechos constitucionales que ellos murieron protegiendo.  Honramos sus vidas defendiendo esos derechos — y las libertades que los terroristas atacaron.

“Claro está, es justo pedir a los organizadores de la mezquita que muestren alguna sensibilidad especial hacia la situación — y de hecho, su plan prevé alcanzar más allá de sus paredes y construir una comunidad de distintas religiones.  Al hacer esto, espero que la mezquita ayude a acercar aún más a nuestra Ciudad y ayude a repudiar la idea falsa y repugnante de que los ataques del 11-S fueron de alguna manera consistentes con el Islam.  Los musulmanes forman parte íntegra de nuestra Ciudad y nuestro país tanto como la gente de cualquier creencia, y son tan bienvenidos a venerar en el Bajo Manhattan como cualquier otro grupo.  De hecho, han estado practicando su religión en ese sitio durante la mayor parte del año, como es su derecho.

“La junta comunitaria local en el Bajo Manhattan aprobó de manera aplastante el apoyo de la propuesta y, si avanza, espero que el centro comunitario y la mezquita aporten a la vida y vitalidad del vecindario y de toda la Ciudad.

“Las controversias políticas vienen y van, pero nuestros valores y nuestras tradiciones perduran — y no hay vecindario alguno en esta Ciudad que esté fuera del alcance del amor y la misericordia de Dios, como lo pueden avalar los líderes religiosos que se encuentran con nosotros aquí hoy”.







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