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PR- 394-08
6 de octubre de 2008

EL ALCALDE BLOOMBERG DICTA CONFERENCIA SOBRE LA CRISIS FINANCIERA EN DISCURSO Y RECEPCIÓN EN LA CIUDAD DE LONDRES

A continuación se presenta el texto preparado del discurso del alcalde Bloomberg en Londres.

“Buenas noches, y gracias, Stuart por esa amable introducción — y por patrocinarme para el [premio] Libertad de la Ciudad de Londres, por el cual me siento muy honrado.  Me dicen que ahora tengo el derecho de llevar ovejas y ganado a través del Puente de Londres.  Mi única pregunta es: ¿Tiene que pagar cada una de ellas la tarifa de congestión? (Tal vez Boris podría darme una exención.)

“Acabo de tener el honor de ir a Clarence House para una reunión con Harry.  En realidad nos parecemos mucho: a ambos nos gusta salir y divertirnos, ambos hemos sido llamados ídolos de la moda, y nuestras madres nos consideraban príncipes.  Siempre es estupendo estar en Londres y, a través de los años, he pasado bastante tiempo aquí.  Tengo una casa aquí, mi compañía tiene oficinas aquí, y mis hijas tienen pasaportes británicos.   De modo que se siente casi como estar en casa.  Y creo que eso es natural, ya que los Estados Unidos y el Reino Unido tienen tanto en común.

“Compartimos un idioma.  (Perdónennos por destrozarlo.)  Compartimos una historia. (Perdónennos por 1776.  Y nosotros les perdonaremos por 1812.)  Compartimos un compromiso con la libertad, la democracia, y los derechos humanos.  Y, por supuesto, compartimos a Posh y Becks.  Estoy seguro de que todos ustedes han estado leyendo recientemente acerca de los problemas en Wall Street — y llegaré a ese punto en un momento.  Pero permítanme empezar ofreciendo un poco de perspectiva.

“Debido al enfoque independiente que hemos tomado a la administración del Gobierno municipal, Nueva York está mejor preparada para lidiar con un descenso de Wall Street que en cualquier otro momento en nuestra historia.  Durante los buenos tiempos, no despilfarramos los excedentes de ingresos como deseaban muchos liberales, y no recortamos impuestos imprudentemente, como querían muchos conservadores.  Ahorramos el ingreso extra para los tiempos difíciles que sabíamos que vendrían finalmente, como siempre lo hacen.  También pre-pagamos deuda a largo plazo.  Creamos un fondo fiduciario de $2.5 mil millones para pagar el cuidado médico de los jubilados.  Y cuando las primeras nubes de tormenta empezaron a aparecer en el horizonte, hace un año, empezamos a recortar el presupuesto.

“Pero no hay dudas de que los meses que siguen van a ser terriblemente difíciles, a medida que arrostramos un sistema financiero que perdió el control — y el dolor se va a esparcir a lo largo y a lo ancho.  Sería agradable creer que la crisis financiera es solo un problema para los banqueros — y que los contribuyentes no deberían rescatarlos.  Pero ese es la misma forma de hacerse ilusiones que nos llevó a este problema inicialmente.

“La realidad es que estamos enfrentando la peor crisis de confianza en nuestras vidas, y esta va a afectar a cualquiera que desee tomar dinero prestado para comprar un automóvil o una casa, o para ampliar su negocio u obtener un préstamo estudiantil.  Millones de personas simplemente no podrán hacer esas cosas — y millones de personas que llevan un balance en sus tarjetas de crédito van a ver elevarse sus costos — o recortarse sus límites de crédito.  No hay forma de endulzar esto — es malo.  Y solo va a empeorar a medida que se pierdan más y más plazas de trabajo.

“De nada sirve el señalar culpables, pero si vamos a evitar estas situaciones en el futuro, debemos entender cómo vinimos a parar aquí.  Yo llegué a Wall Street en 1966 — el año en que un neoyorquino llamado Bob Dylan fue abucheado en el Royal Albert Hall por tocar con instrumentos eléctricos.  (Estoy seguro de que eso nunca ocurriría de nuevo aquí en Haberdasher Hall — o por lo menos espero que no.)  Yo empecé en el peldaño inferior de una firma de valores y ascendí hasta la posición de socio.  Estuve ahí por 15 años y amé cada minuto — justo hasta el día en que fui despedido.  Salí un viernes, y ese lunes empecé mi propia compañía con tres personas, una cafetera y cero clientes.

“Pero lo que hicimos fue una nueva idea: proveer información financiera al minuto para firmas de Wall Street a través de terminales de computadoras.  Y resultó ser una idea bastante buena.  Hoy, ese pequeña empresa inicial tiene casi 10,000 empleados en más de 130 ciudades de todo el mundo, incluyendo más de 2,100 aquí en Londres.  El éxito de la compañía me ha permitido postularme para un cargo público y trabajar por $1 al año.  (93 centavos tras descontar impuestos, pero quién lleva esa cuenta.)

“El Wall Street que yo dejé atrás en 1981 es muy diferente del que existe hoy.  No es solo que las terminales de Bloomberg proveen información integrada en tiempo real a compañías suficientemente inteligentes como para alquilarlas, sino que otras computadoras deciden en realidad cuándo comprar y vender acciones y bonos.  El comercio automatizado fue un suceso inevitable — y en su mayor parte, ha sido positivo.  Pero también ha añadido un engranaje extra a la volatilidad del mercado, ya que, cuando se automatiza la mentalidad de la manada, la estampida adquiere potencia de turbocompresor.  No se si podemos automatizar los frenos — o si lo desearíamos.  Pero es un buen ejemplo de cómo la sofisticación de los mercados financieros ha avanzado más rápida que los cuerpos de regulación, más rápido que los organismos de calificación de bonos, más rápido que los inversionistas, y — creo — más rápido que muchos ejecutivos financieros.

“Eso va tanto para los recursos de alta tecnología que utilizan los corredores de las bolsas como para los productos altamente complejos que ellos compran y venden.  Hoy me senté con un grupo de ejecutivos financieros — la mayoría de ellos de Londres — para discutir la crisis y sus ramificaciones.  Nos honró tener a Boris ahí.  (Boris es como Bono o Sting — solo se necesita un nombre.)  No hay soluciones rápidas a los graves problemas que estamos enfrentando — todos reconocemos eso.  Pero también es importante reconocer que el mundo ha cambiado — y si vamos a evitar estos colapsos en el futuro, tenemos que adaptarnos.  Y no solo el sector privado, sino también el gobierno.

“Eso no significa que necesitamos más regulación, necesariamente, solo regulación más inteligente.  En los Estados Unidos tenemos un retal anticuado de cuerpos de regulación solapados.  Hay cinco reguladores federales de la banca, además de 50 reguladores estatales.  Las compañías aseguradoras son reguladas casi por completo por los estados — y sin embargo, como vimos con AIG, ya no hay mucha diferencia entre una compañía de seguros y un banco de inversiones.

“Hay una diferencia aun menor entre un banco de inversiones y un fondo de cobertura — y sin embargo los fondos de cobertura están casi totalmente no regulados.  Y, en una forma más problemática, nuestra regulación en los días de mercados globales se escribe y aplica como si el mundo se detuviera en nuestras fronteras.  Aquí en el Reino Unido, la estructura de regulación es más racionalizada, pero nuestros dos sistemas comparten una debilidad subyacente: una falta de transparencia.  Y esa es una gran razón no solo para los pánicos que han experimentado nuestros países, sino también para el congelamiento de los mercados de crédito.  Simplemente no sabemos el valor de los activos que mantienen las instituciones financieras.

“En muchos casos, estos son valores especializados, de excepción, que requieren un enorme poder computacional para ser modelados, y dependen de activos subyacentes que son imposibles de evaluar.  Más aún, es probablemente cierto, como se ha alegado frecuentemente, que las administraciones de las instituciones que mantienen estas inversiones no las comprenden — sus riesgos o volatilidad.  Toda esta incertidumbre pone más presión que hace descender los precios de las acciones, lo cual afecta el crédito de una firma — lo cual limita su capacidad para hacer negocios.

“A su vez, esto pone presión que hace descender los precios de las acciones, y el ciclo continúa — a veces, como hemos visto, en una espiral total hasta el fondo.  Una mayor transparencia ayudará a restaurar la confianza y confiabilidad — lo cual es exactamente lo que necesita el mercado para romper ese ciclo y prevenir que ocurra de nuevo.  Hank Paulson — somos afortunados de tenerlo como Secretario de Hacienda — pronunció un importante discurso aquí en Londres hace varios meses.  Él pidió que se de a nuestro banco central — la Reserva Federal — una autoridad mayor para acceder a información vital sobre todos los tipos de instituciones financieras — bancos, bancos de inversiones, fondos de cobertura, o cualesquiera otros.  Y aplaudió la propuesta de aquí para dar una autoridad similar al Banco de Inglaterra.  Yo creo que ambos países tienen un interés de avanzar rápidamente para adoptar estos cambios, y para emprender reformas más amplias que promoverán la estabilidad, la transparencia y la eficiencia.

“Los cambios drásticos que hemos visto en los instrumentos e instituciones financieras reflejan cambios aún más grandes en la economía global.  El capital se mueve ahora por todo el mundo a la velocidad de la luz, las compañías son más móviles que nunca, los países son cada vez más interdependientes para bienes y servicios, y China, India, y otras potencias económicas emergentes se han convertido — por primera vez en la historia — en exportadores mayores de capital.  Todavía estamos aprendiendo lo básico de lo que todo esto significa, y parece que tal vez recibamos nuestra primera lección en cómo se siente un descenso realmente global.

“En Estados Unidos, hemos oído muchas comparaciones con la Gran Depresión — y eso es natural, ya que ninguno de nosotros ha experimentado jamás una descompostura tan masiva de la confianza en el sistema financiero.  Ciertamente espero que la analogía pruebe ser exagerada en gran medida, pero sin importar eso, no estoy seguro de que esta provea mucha orientación para lo que debería suceder después.  La mejor analogía que se puede hacer — al menos en términos de cómo deberíamos estar pensando en cuanto a nuestros próximos pasos — podría ser con una crisis terrible que es mucho más reciente: Los ataques del 11 de Septiembre.  Y permítanme explicarles por qué.

“Al-Qaeda atacó dos veces el World Trade Center — una vez en 1993, y de nuevo en 2001 — porque era el último símbolo de la empresa libre y el comercio global.  La primera vez que ellos atacaron, nuestro gobierno federal no reconoció que el mundo se había transformado bajo nuestros pies — alejándose de la Guerra Fría y hacia el terrorismo global.  Pero, la segunda vez, no había equivocación con respecto a la amenaza — ni equivocación en cuanto al peligro que representaba no solo para Estados Unidos, sino para todos los países que aprecian la libertad en la política, la religión, la sociedad y los mercados.

“En las semanas y meses que siguieron a los ataques, nosotros trabajamos duro para mejorar nuestra comprensión de la amenaza: cómo se desarrolló, por qué el gobierno no la anticipó, y cómo podíamos prevenirla para que no ocurriese de nuevo.  Las respuestas a las que llegamos dejaron claro que necesitábamos dar algunos pasos mayores — algunos de los cuales pueden sonar familiares.  Primero, necesitábamos revisar una burocracia federal que no se había mantenido a ritmo con los tiempos, necesitábamos mejorar la transparencia del flujo de información — para que los organismos gubernamentales no perdieran señales y sucesos importantes, necesitábamos adoptar políticas y regulaciones más inteligentes y más sofisticadas para proteger al público.  Necesitábamos investir más dinero para apuntalar nuestras vulnerabilidades subyacentes y promover la confianza del público.  Y, acaso lo más importante de todo, necesitábamos trabajar más estrechamente con nuestros aliados en el extranjero para compartir información y estrategias.

“Hemos dado algunos de esos pasos — hasta cierto punto.  (Desafortunadamente, la historia bien podría mostrar que no hemos hecho bastante).  Pero hoy, estos pasos esenciales se aplican no solo a la seguridad nacional, sino también a la seguridad económica — de modo que tenemos un reto adicional.  Si hemos aprendido algo de los años que siguieron al 11-S, es que las ciudades no pueden esperar a los gobiernos nacionales para tomar acción en ninguno de estos retos.  En Nueva York, cuando se trata de la seguridad interna, creamos una nueva división de contraterrorismo e inteligencia dentro de nuestro Departamento de Policía, y asignamos 1,000 de nuestros mejores oficiales al mismo.  También empezamos a desplegar a algunos de esos oficiales en casi una docena de ciudades en otros países, incluyendo Tel Aviv, Madrid, París, Sidney y, por supuesto, Londres.  Los oficiales colaboran estrechamente con funcionales locales y nacionales, y cada día envían información de inteligencia de vuelta a Nueva York que es crucial para nuestros esfuerzos para prevenir otro ataque.  De hecho, hemos prevenido numerosos ataques potenciales — incluyendo uno para bombardear una estación de subway en el sector medio de Manhattan.

“Cuando se trata de promover el crecimiento y estabilidad económicos, hemos sido igualmente dinámicos.  En el curso de seis años y medio, hemos trabajado para diversificar la economía a fin de ser menos dependientes de los altibajos de Wall Street.  Las fortunas de Nueva York y Londres han estado históricamente atadas a los mercados financieros.  En Nueva York, los servicios financieros representan solo el 10 por ciento de nuestra fuerza laboral — pero 35 por ciento de todos los salarios.  Cuando Wall Street contrae un resfriado, el resto de la ciudad estornuda.  Eso no va a cambiar en cualquier momento.  Pero es nuestro trabajo el prevenir que ese estornudo se convierta en una pulmonía.  La forma de hacer eso es promoviendo otras industrias — creando las políticas e infraestructura para atraerlas.

“Nosotros hemos hecho eso en las ciencias de la biología, invirtiendo en un modernísimo parque de biociencias en Manhattan.  Hemos hecho eso adoptando recortes fiscales locales para la industria del cine y la televisión que nos han ayudado a competir con Hollywood.  Y hemos hecho eso promoviendo una industria que es crucial para nuestras dos ciudades: el turismo.  Por muchos años, Nueva York no valoró que la gente querría visitar.  Pero no valorar al público no es un buen modelo de de negocios, especialmente cuando los turistas tienen más opciones que nunca antes.  Así que hicimos lo que todos los negocios hacen: desarrollamos una estrategia de mercado real y pusimos dinero real en respaldo, $50 millones.

“Y abrimos oficinas de turismo en 17 ciudades en todo el mundo — desde Londres a Sidney y Moscú.  Desde el 11 de Septiembre, aunque el turismo en Estados Unidos ha disminuido, ha aumentado en la Ciudad de Nueva York a niveles récord.  El resto del país está perdiéndose estos dólares de turismo en gran parte porque el Gobierno federal todavía no entiende que fastidiar a la gente en nuestras fronteras no es una forma eficaz de prevenir el terrorismo — y ahuyenta al turismo.

“La acción local no puede ser una sustituta del liderazgo nacional — y necesitamos que todos los niveles del Gobierno trabajen juntos.  Pero igualmente, la cooperación y colaboración internacional demostrarán ser muy esenciales para atender nuestros retos más difíciles.  Eso es cierto para el crecimiento y la estabilidad económicos, es cierto para el contraterrorismo, cierto para combatir el cambio climático, cierto para mejorar la salud pública, y así en adelante.

“Por ello estoy aquí, porque si Nueva York y Londres van a seguir siendo los principales centros financieros del mundo, necesitamos traer la ‘relación especial’ que siempre ha existido entre 10 Downing Street y 1600 Pennsylvania Avenue a nuestros ayuntamientos.  Hay muchas capitales financieras emergentes que están apuntando sus cañones hacia nosotros: desde Dubai a Shangai, y desde San Paulo a Singapur.  Mientras más trabajemos juntos, más ideas y estrategias podemos compartir y promover más estándares comunes de regulación, más exitosas seremos las dos.

“Sería fácil pensar, ‘Nueva York estará bien si Londres cae’ — o viceversa.  La competencia se puede enfocar en cuál buque es el más brillante o el más rápido o el más flexible.  Pero la realidad es que las dos nos levantamos y caemos las mismas veces con las corrientes del Atlántico.  Para reforzar la relación de nuestras ciudades, Boris y yo creamos recientemente lo que llamamos un ‘Intercambio de Innovaciones’.  La idea es crear un proceso más regular para compartir las mejores prácticas y las políticas más prometedoras.

“El intercambio se enfoca en cinco áreas: primero, la transparencia y responsabilidad pública; segundo, accesibilidad a los servicios gubernamentales; tercero, eficiencia; cuarto, seguridad pública y manejo de emergencias; y quinto, infraestructura y cambio climático.  En diciembre, la Ciudad de Nueva York recibirá una delegación de alto nivel de Londres, y a principios del próximo año, enviaremos una delegación de alto nivel a Londres.  Los lazos entre nuestras dos ciudades, y nuestros dos países, nunca antes han sido más fuertes. En las últimas décadas, ambas hemos soportado recesiones y depresiones económicas y ambas hemos salido más fuertes por ellas.

“Lo haremos nuevamente — no mirando atrás a los tiempos difíciles de los años ’30, sino mirando hacia delante a los buenos tiempos que volverán — si actuamos con sensatez y corazones valientes.  Para hacer eso, necesitaremos hacer económicamente lo que Franklin D. Roosevelt y Churchill hicieron diplomáticamente: rechazar el aislamiento, acercarnos a nuestros aliados, y juntos, desarrollar una estrategia para promover libertad, estabilidad y prosperidad en todo el mundo.

“Ampliando nuestra ‘relación especial’ más allá de la diplomacia y más profundamente en los asuntos de la economía podemos edificar una alianza que demostrará ser tan sólida en el siglo XXI como lo fue en el siglo XX.  Y podemos asegurar que Nueva York y Londres sigan siendo las ciudades más dinámicas, fascinantes, creativas y prósperas del mundo.  Gracias, y que Dios los bendiga”.







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