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PR- 160-08
2 de mayo de 2008

EL ALCALDE BLOOMBERG HABLA EN FUNERAL DE HENRY CHANG

A continuaciĆ³n se presenta el texto preparado del discurso del alcalde Michael R. Bloomberg. Por favor confirme con el discurso final.

“Señora Chang, John, Shiu Yuen, Quin Yuen, Robert, amigos y familiares, comisionada Hirst, miembros del Departamento de Servicios Administrativos Municipales (DCAS, en inglés): en el nombre de cada neoyorquino, les ofrezco mis más sentidas condolencias.

“En toda la ciudad, frente a las escuelas, hospitales y edificios gubernamentales, las banderas de la Ciudad ondean a media asta. Es nuestra manera de mostrar nuestra tristeza — y también nuestro profundo respeto — cuando perdemos a alguien que muere mientras servía a esta gran ciudad.  Casi en cada una de estas ocasiones, las banderas son bajadas porque un bombero u oficial de policía ha sido muerto en cumplimiento del deber.  Pero la muerte de Henry Chang nos recuerda que los mejores campeones de la Ciudad no siempre visten de uniforme, y difícilmente llegan alguna vez a las primeras planas.

“Muchos empleados municipales se afanan, fuera de la vista del público, sin alboroto o fanfarrias, manteniendo los edificios donde pasamos una parte tan grande de nuestras vidas seguros y limpios, y a veces ese trabajo puede ser muy peligroso.  Estos hombres y mujeres raras veces consiguen el reconocimiento que merecen.  Pero la verdad indisputable es que Nueva York no sería lo que es sin gente como Henry Chang.

“A pesar de que nunca tuve la oportunidad de conocer a Henry, por todo lo que he oído, [se que] fue un verdadero caballero que vivió la clásica historia de Nueva York.  Creció en la pobreza en Taiwan — tan pobre, de hecho, que su abuela tuvo que enviarlo a un orfanato por unos años.  Cuando alcanzó una cierta edad, se unió a la marina mercante china para ganar algo de dinero y viajar por el mundo.  Henry aprendió mucho mientras trabajaba en las salas de calderas de esos enormes buques de carga navegando por el Mar de China.  Aprendió a resolver los problemas más difíciles.  Aprendió a idear soluciones ingeniosas cuando no tenía las partes adecuadas.  (Como dijo, ‘¿Qué más se puede hacer? ¡Estás en medio del océano!’) Y aprendió algo más que se quedó con él por el resto de su vida: Cuando te traigan la comida cocinada en casa, ¡mejor sírvete rápidamente si quieres comer!

“Durante la mayor parte de la última década, el edificio de la Corte Suprema en Long Island City fue su hogar fuera de casa.  Él trabajaba en el turno de día, lo cual significaba que era el primero en el edificio cada mañana, antes de que saliera el sol.  Y era su trabajo asegurarse de que, sin importar lo que hubiese sucedido la noche anterior, el edificio estaría listo y funcionando a la hora que los jueces y abogados llegaran, apenas un par de horas después.  A veces él venía en sus días libres solamente para estar seguro de que la calefacción estaba funcionando.

“Henry era una apasionado de los detalles, y siempre se alegraba de transmitir a otros su conocimiento.  Él respetaba su trabajo y la gente con la que trabajaba.  Y ese respeto fue mutuo.  Uno de sus supervisores nunca ha podido entender el hecho de que, al recibir permiso para transferirse a una oficina más cerca de su casa, Henry fue la única persona que alguna vez escribió una carta de agradecimiento.  Fue algo tan sencillo, pero tan elegante.

“Hay un dicho en el Departamento, que si se hace un buen trabajo, nadie sabrá siquiera que estás ahí.  Henry hizo un buen trabajo, pero creo que es un testimonio real de su carácter el que todos en el edificio sabían quién era él y están profundamente desconcertados por su fallecimiento.  De hecho, durante la semana pasada creció en la entrada del cuarto de calderas un monumento improvisado de velas y flores.

“Tan dedicado a su trabajo como lo era Henry, su gran pasión era su familia.  Nada era más importante.  Xiu Qin, su bella bailarina de Shangai, quien llegó danzando a su vida hace más de dos años; y su hijo, John — listo, decidido, con la misma destreza para resolver problemas y para los detalles que su padre poseía.  Henry vio inmediatamente ese talento en John, y ya estaba instruyéndolo en sus tablas de multiplicar, aun antes de que empezara el jardín de infantes.

“John, sé que tu padre estaba tan orgulloso de todo lo que has logrado.  Su gran meta era tus estudios secundarios y luego una buena universidad, y tú asistes a una de las mejores, la Universidad Duke.  Aunque él no pudo recogerte esta semana en Carolina del Norte como estaba planificado, tú puedes estar seguro de que te está cuidando — y para siempre, feliz por todo lo que lograrás.

“Siempre tendremos a Henry en nuestro recuerdo.

“Le agradeceremos por las vidas que tocó, y fueron muchas.

“Henry, descansa en paz”.







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