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  13 de junio de 2004
www.nyc.gov

Los neoyorquinos no merecen un dolor de cabeza
Por el alcalde Michael R. Bloomberg

El ruido es la queja número de la calidad de vida en la Ciudad de Nueva York.  El mes pasado llegó un promedio de más de 1,000 quejas diarias de ruido a nuestra línea de servicio 311.  La mayoría de las quejas sobre el ruido no son frívolas.  Los radios a todo volumen, el ruido de los cláxones, y el martilleo en las calles que rompe los oídos pueden arruinar un buen sueño en las noches y disminuir nuestra calidad de vida.  También pueden aumentar nuestros niveles de estrés y conducir a discusiones y altercados innecesarios.  Es por ello que, hace unos días, nuestra Administración reveló un plan para traer el Código de ruidos de nuestra Ciudad — que no había sido actualizado en 32 años — al siglo XXI.

Ahora, reconocemos que en este caso se requiere un trabajo de balanceo.  El ruido es el producto secundario inevitable de nuestra ciudad trabajadora y pujante.  Nuestra meta es bajar el volumen de las quejas de ruido, a la vez que se permite que se realicen actividades de construcción, entretenimiento y otros negocios en maneras que no perjudiquen a los neoyorquinos.

Por ejemplo, queremos impulsar la vibrante vida nocturna que hace a Nueva York la ciudad divertida y excitante que es.  Pero, incluso en la ciudad que nunca duerme, todos necesitamos de vez en cuando un poco de descanso.  Es por ello que estamos proponiendo proveer una opción a los clubs que cometen una primera infracción del Código de ruidos: pueden usar el dinero que tendrían que pagar en multas para arreglar sus problemas de ruido, lo cual podría significar el instalar más aislamiento contra el ruido.  Trabajamos con la industria de la vida nocturna para llegar a esta solución de consenso, y estamos complacidos de contar con su apoyo.  También logramos consenso con la industria de la construcción.  Bajo nuestra propuesta, trabajaremos unidos para establecer planes de manejo del ruido.  Por ejemplo, estos incorporarían más uso de barreras portátiles de ruido y “protectores de ruido” para los equipos de generación de energía.  También estudiaremos el recortar los permisos para construcciones mayores en las noches y fines de semana en las áreas residenciales.

Nuestras propuestas también simplificarían la aplicación de leyes contra potentes aparatos de sonido y perros que ladran continuamente.  En cuanto a los camiones de helados, ¿a quién no les gusta?  Pero mucha gente se molesta cuando un camión se detiene en una esquina por horas con una tonadilla que se oye una y otra vez.  Tras recibir muchas quejas sobre los camiones — incluyendo 243 solo en el último mes — hemos propuesto reemplazar su música ruidosa con una campana más suave y tradicional.  Cuando la propuesta pase al Concejo Municipal, se realizarán audiencias públicas, y, si se traen mejores ideas, revisaremos nuestro enfoque.  No hay motivo por el que los neoyorquinos no podamos disfrutar del delicioso helado de Mister Softee sin sentir que este ha puesto altavoces en las salas de nuestros hogares.

Creemos que hemos logrado un equilibrio que es práctico y racional.  Es hora de que Nueva York adopte el mismo tipo de estándares de sentido común que se usan en muchas otras ciudades.

El ruido es parte de la vida en Nueva York.  Pero podemos mejorar nuestra calidad de vida si damos pasos razonables para reducir el ruido excesivo.

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